Reseña del escritor y crítico literario Albert Torés sobre la novela PUERTA CARMONA (Editorial Quadrivium, Gerona) de Francisco Morales Lomas. Esta novela, cuya protagonista es una mujer, es la tercera publicada de la trilogía titulada IMPERIO DEL SOL; trilogía que se centra en nuestro siglo de oro y en la que una de las figuras relevantes es Cervantes como personaje literario. A ella pertenecen también CAUTIVO (Editorial Nazarí, Granada), cuyo protagonista absoluto es Cervantes en Argel e Italia (evidentemente una ficción total sobre la realidad) y BAJO EL SIGNO DE LOS DIOSES (Alcalá Grupo Editorial) (centrada en el periodo del duque de Lerma, Calderón y Felipe III; evidentemente pura ficción). Agradezco a Albert Torés su buen trabajo.
http://www.sur-revista-de-literatura.com/Res…/10AlbertTG.pdf
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Se publica como cierre de trilogía narrativa la novela Puerta Carmona,
cuando espacialmente le correspondería figurar como segunda entrega. En
cualquier caso, las novelas Cautivo y Bajo el signo de los dioses junto con Puerta
Carmona conformarían la trilogía “Imperio del Sol”. Ciertamente, como se nos
señala en la contraportada, Morales Lomas pretende adentrarse en el
conocimiento de un momento histórico descubriéndonos el mundo de lo que
entendemos por vasto imperio o periodo más esplendoroso de la historia del
pasado. En efecto, el ambiente donde ocurre la historia se fija en la Sevilla de
Felipe II que aparece además como personaje de la propia novela. Como
personaje secundario y de engarce entre las tres obras se encuentra Miguel de
Cervantes, es decir, toda una declaración de principios, porque será el hilo
conductor de la trilogía. Una historia de misterio y acción que busca replantear
el lenguaje narrativo desde una perspectiva multifuncional.
No cabe duda de la extraordinaria vida literaria de este momento, del mismo modo que el período histórico en sí han sido objeto de estudios de toda índole, pero abordarlo narrativamente con el propósito de hacernos entender nuestro tiempo presente era una labor compleja que requería el buen hacer escritural de Francisco Morales Lomas. En esa doble función clásica de delectare/docere se inserta Puerta Carmona. Más aún, si la sensibilidad de los movimientos feministas abarcara de manera contundente la literatura, este libro sería un modelo ejemplar que reivindica la figura de la mujer a través de su personaje central Catalina Salgado. Se trasciende, en lo que debería ser la buena lógica, el papel pasivo y sumiso que se le atribuía a la mujer y que en gran medida sigue sucediendo. Por ello, el recurso narrativo, acaso juego literario del travestismo resulta más que oportuno. Bien mirado, era norma común en muchas obras de teatro del Siglo de Oro. Vestirse de hombre era condición arriesgada si se quería conseguir algún objetivo que escapara a la rudimentaria acepción del papel femenino. Este aspecto que constituye un eje vertebrador no ha escapado a la lectura de un escrito y crítico tan necesario como Fernando de Villena. En su reseña, subraya un breve y esclarecedor fragmento al respecto que se expresa por boca de la amante de la protagonista: “No era mala cosa esta de hacerse pasar por hombres. Al fin y al cabo, el mundo siempre ha sido de los hombres (...). Hombres, nosotras queríamos ser hombres, anunciar otro tiempo y tener el poder que ellos detentaban, aunque muriéramos en el intento”.
No cabe duda de la extraordinaria vida literaria de este momento, del mismo modo que el período histórico en sí han sido objeto de estudios de toda índole, pero abordarlo narrativamente con el propósito de hacernos entender nuestro tiempo presente era una labor compleja que requería el buen hacer escritural de Francisco Morales Lomas. En esa doble función clásica de delectare/docere se inserta Puerta Carmona. Más aún, si la sensibilidad de los movimientos feministas abarcara de manera contundente la literatura, este libro sería un modelo ejemplar que reivindica la figura de la mujer a través de su personaje central Catalina Salgado. Se trasciende, en lo que debería ser la buena lógica, el papel pasivo y sumiso que se le atribuía a la mujer y que en gran medida sigue sucediendo. Por ello, el recurso narrativo, acaso juego literario del travestismo resulta más que oportuno. Bien mirado, era norma común en muchas obras de teatro del Siglo de Oro. Vestirse de hombre era condición arriesgada si se quería conseguir algún objetivo que escapara a la rudimentaria acepción del papel femenino. Este aspecto que constituye un eje vertebrador no ha escapado a la lectura de un escrito y crítico tan necesario como Fernando de Villena. En su reseña, subraya un breve y esclarecedor fragmento al respecto que se expresa por boca de la amante de la protagonista: “No era mala cosa esta de hacerse pasar por hombres. Al fin y al cabo, el mundo siempre ha sido de los hombres (...). Hombres, nosotras queríamos ser hombres, anunciar otro tiempo y tener el poder que ellos detentaban, aunque muriéramos en el intento”.
El propio autor nos lo expresa con toda belleza y nitidez: “Catalina
Salgado, que hasta entonces había permanecido sosegada, y viendo que la
ayuda de su enamorado no surtió efecto, no pudo por menos que comenzar a
hablar y bregar contra todas las ideas que se habían dicho, que eran muchas e
ilustradas, atentas como buenos eruditos a las lecturas que estaban en boca de
todos, pero más falsas que Judas. Y lanzó un discurso que los dejó aturdidos:
Estamos, dijo, en un mundo concertado por los hombres, ellos prescriben y
mandan, hacen las guerras, establecen la paz, aderezan nuestra existencia...”
Tampoco es casual que la novela se inicie con sendas citas de Isabel Clara Eugenia, hija de Felipe II y La Pícara Justina.
“¡Siempre las mujeres somos mal recibidas en el mundo!”
“Las mujeres son cielos acá en la tierra, y por eso andan en perpetuo movimiento como los cielos”.
Sin embargo, no olvidemos que sigue siendo un género de ficción y por esta razón la cita de Borges es mucho más que reveladora: “¿Qué otra cosa puedo hacer que no sea escribir y soñar? Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos”.
No aportamos ningún elemento novedoso al afirmar que Francisco Morales Lomas es un hombre de letras, un autor tan fecundo como necesario que cultiva además todos los géneros con equilibrada fortuna: Narrativa, ensayo, teatro, relato y desde luego poesía, sin olvidar su condición docente como profesor universitario en la Universidad de Málaga. Si añadimos su implicación en el ámbito de la gestión cultural y promoción del libro, tendremos un humanista solidario en toda regla. Su interés por la historia refuerza no ya una condición erudita sino lisa llanamente una novela de primera magnitud, extraordinariamente documentada y redactada con la fuerza de los clásicos que a todas luces maneja nuestro autor. Lo demuestra en las descripciones tan exactas como sugerentes de la cárcel, los distintos ambientes donde pícaros y maleantes van desfilando como constituyentes históricos del momento. Desde luego, el homenaje a Cervantes es directo, pero también quiere fundirse en una interdisciplinariedad representativa, resaltando poetas, músicos, pintores, personajes como Mateo Alemán o Francisco Pacheco incluso recordando a nuestro añorado Rafael de Cózar. Probablemente porque un eje vertebrador de la novela es el humor, la ironía, dotes innatas en la escritura y personalidad de Rafael de Cózar.
Morales Lomas, especialmente en su dramaturgia, pero también en su narrativa aboga por el humor y el erotismo como vehículos recurrentes, que le da pie para construir historias paralelas o secundarias que se van formando en la trama principal, muy al uso en la época que refuerzan no tanto la estructura novelística como la concepción manierista del momento. La trilogía “Imperio del Sol” de Morales Lomas que se fija en la ciudad sevillana como punto central de la modernidad europea hacia los dominios americanos, es un desglose de cosmopolitismo que completará la corrupción bajo el reinado deFelipe III que pudimos apreciar en Bajo el signo de los dioses y las aventuras y mesaventuras de Cervantes por Árgel o Italia cuyas huellas percibimos en Cautivo. De cualquier modo, el escritor Morales Lomas cuestiona un tiempo pasado para entender una sociedad presente y presentarse con suficientes garantías ante el futuro. Ese acercamiento al pasado, junto al anhelo historicista, el cruce de idiomas como signo universal, la relevancia del papel femenino, la esperanza y la libertad en su particular novelar, son puntos vertebradores del humanismo solidario de la que nuestro autor, no solo es teórico fundador sino literatura aplicada.
Tampoco es casual que la novela se inicie con sendas citas de Isabel Clara Eugenia, hija de Felipe II y La Pícara Justina.
“¡Siempre las mujeres somos mal recibidas en el mundo!”
“Las mujeres son cielos acá en la tierra, y por eso andan en perpetuo movimiento como los cielos”.
Sin embargo, no olvidemos que sigue siendo un género de ficción y por esta razón la cita de Borges es mucho más que reveladora: “¿Qué otra cosa puedo hacer que no sea escribir y soñar? Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos”.
No aportamos ningún elemento novedoso al afirmar que Francisco Morales Lomas es un hombre de letras, un autor tan fecundo como necesario que cultiva además todos los géneros con equilibrada fortuna: Narrativa, ensayo, teatro, relato y desde luego poesía, sin olvidar su condición docente como profesor universitario en la Universidad de Málaga. Si añadimos su implicación en el ámbito de la gestión cultural y promoción del libro, tendremos un humanista solidario en toda regla. Su interés por la historia refuerza no ya una condición erudita sino lisa llanamente una novela de primera magnitud, extraordinariamente documentada y redactada con la fuerza de los clásicos que a todas luces maneja nuestro autor. Lo demuestra en las descripciones tan exactas como sugerentes de la cárcel, los distintos ambientes donde pícaros y maleantes van desfilando como constituyentes históricos del momento. Desde luego, el homenaje a Cervantes es directo, pero también quiere fundirse en una interdisciplinariedad representativa, resaltando poetas, músicos, pintores, personajes como Mateo Alemán o Francisco Pacheco incluso recordando a nuestro añorado Rafael de Cózar. Probablemente porque un eje vertebrador de la novela es el humor, la ironía, dotes innatas en la escritura y personalidad de Rafael de Cózar.
Morales Lomas, especialmente en su dramaturgia, pero también en su narrativa aboga por el humor y el erotismo como vehículos recurrentes, que le da pie para construir historias paralelas o secundarias que se van formando en la trama principal, muy al uso en la época que refuerzan no tanto la estructura novelística como la concepción manierista del momento. La trilogía “Imperio del Sol” de Morales Lomas que se fija en la ciudad sevillana como punto central de la modernidad europea hacia los dominios americanos, es un desglose de cosmopolitismo que completará la corrupción bajo el reinado deFelipe III que pudimos apreciar en Bajo el signo de los dioses y las aventuras y mesaventuras de Cervantes por Árgel o Italia cuyas huellas percibimos en Cautivo. De cualquier modo, el escritor Morales Lomas cuestiona un tiempo pasado para entender una sociedad presente y presentarse con suficientes garantías ante el futuro. Ese acercamiento al pasado, junto al anhelo historicista, el cruce de idiomas como signo universal, la relevancia del papel femenino, la esperanza y la libertad en su particular novelar, son puntos vertebradores del humanismo solidario de la que nuestro autor, no solo es teórico fundador sino literatura aplicada.